Faro a Cristóbal Colón :
El historiador dominicano Antonio Delmonte y Tejada, en su libro "Historia de Santo Domingo" (La Habana, 1852) había expresado la idea de erigir un monumento en honor al Almirante, en Santo Domingo. Ya en 1914 el norteamericano William Ellis Pulliam promovió en la prensa de su país la construcción de un faro monumental en la primera ciudad del Nuevo Mundo. La idea se torna en un carácter más universal en 1923 durante la celebración en Chile de la Quinta Conferencia Internacional Americana, cuando se decreta que ese monumento debía construirse en cooperación de todos los gobiernos y pueblos de América.
Se realizó un concurso para elegir quién sería el arquitecto que diseñaría esta obra; el arquitecto J. L. Gleave ganó el concurso de entre 455 participantes de 48 países. Durante el gobierno del Joaquín Balaguer se da comienzo a la obra, en 1986, bajo la supervisión de el arquitecto dominicano Teófilo Carbonell, y culminando la construcción del monumento en 1992, a tiempo para la celebración de los "500 años del Descubrimiento y Evangelización de América".
Este es el único en su especie, con 251 faroles que adornan el cielo, y una luminaria que da la vuelta al mundo.
Los proyectos que dieron origen al Faro.
El concurso de diseño para la construción del Faro a
Colón es uno de los certámenes arquitectónicos en que más personas
han participado. Unos 1926 arquitectos de todo el mundo se
inscribieron para participar en la primera etapa del concurso que en
1927 convocó el país, por iniciativa de la Unión Panamericana, para
la creación del monumento que hoy hace homenaje a Cristóbal Colón.
De esa cantidad de inscritos, llegaron 455 proyectos, una cifra que
no ha sido superada nunca en ninguna otra obra, según afirma el
arquitecto, Emilio José Brea García. Este profesional de la
construcción formó parte del grupo de dominicanos que estudió y
recopiló parte de la historia que marcó los casi 160 años que
pasaron desde que nació la idea del monumento, en 1852, hasta la
inauguración del mismo en 1992. El 1852 el escritor de origen
dominicano Antonio del Monte y Tejada publica su libro Historia de
Santo Domingo, en el que pide que todas las naciones del mundo
erijan un monumento conmemorativo al considerado por muchos
descubridor de América. Este monumento debía ser "un faro que desde
la Punta Isabelica en la costa norte, ilumine las naves que llegen
al país", según se extrae de los documentos de la época. Esa idea
cobró vida casi 20 años después, cuando en 1877, aparecen las urnas
mortuorias de Diego y Cristóbal Colón, en la Catedral de Santo
Domingo. Una comisión, denominada Junta Colombina, se reúne para
deligenciar la construcción de una tumba digna a ambos y la cual
debía estar en la capital. El grupo no logra construir la tumba para
el 1892, como tenían previsto, pues los recursos que disponían
apenas alcanzaron para comprar en Barcelona el mausoleo de Mármol
que hoy contiene los restos del almirante, en el Faro. Con la
invasión norteamericana de 1916 al 1924 se revive la idea del faro
cuando el norteamericano Willians Pulman, desempolva el proyecto, y
lo justifica ante el gobierno de los Estados Unidos.
La Reunión Panamericana celebrada en Chile en 1923 sirvió de
escenario para que este proyecto recibiera el apoyo internacional
que hizo posible que cuatro años después, en 1927, se convocara al
primer concurso para su diseño. Diez proyectos fueron precalificados
en 1929, del total de 455 participantes, aunque Brea recuerda que
muchos de éstos, no llegaron. "Se dieron una serie de
acontecimientos como fue la huelga ferroviaria en el sur de Africa,
lo que impidió que los proyectos africanos enviados por ferrocarril,
no llegaran”. El hielo del mar Báltico, en el norte de Europa,
provocó que se atascaran muchos barcos y varios proyectos con ellos
y se dio el caso de alguien que envió su proyecto por avión y este
se cayó, otros proyectos llegaron muy tarde y no se incluyeron,
según consta en el libro de recopilación Concurso para el Faro que
editó la Unión Panamericana en 1931. Una exposición en Madrid, una
de las sede del concurso, (la otra sede estaba en los Estados
Unidos) y donde se presentaron 2, 400 dibujos, precedió el cierre
del certamen. Ya en 1931 se da ganador al joven inglés de 24 años
Joseph Lea Gleave, recién graduado de arquitectura. El jurado estuvo
compuesto por Eliel Saarinen, de Europa, Raymond M. Hood, de Norte
América y Horacio Acosta y Lara, de América Latina. Una de las
razones que según Brea motivaron la selección del trabajo de Gleave
fue la fiel interpretación de las bases y reglamentos del concurso.
"Fue el que más se ciñó a lo que se pedía. Un monumento escultórico
funerario de baja altura, que rompió el esquema de los faros altos y
de luces altas". Este Faro acostado en forma de cruz apela al
cristianismo, y su forma plana lo hace resistente a huracanes. Los
proyectos fueron muy criticados para entonces, pues en la mayoría de
ellos se reflejaba un estancamiento de la conceptualización
arquitectónica. “Se remitían mucho al pasado aferrado a la tradición
y no apelaban al vanguardismo. Eran pocos osados y novedosos, con
unos planteamientos ancestrales, y otros se pasaban de ostentosos”.
LA CONSTRUCCIÓN. Los planos definitivos del Faro a Colón
estuvieron listos 17 años después de la selección del diseño, en
1948 cuando se hace un acto simbólico de inicio de la obra. Se hacen
las zapatas del edificio y se acciona un dispositivo atómico el cual
estañó y unos peñascos caen encima de los carros del presidente
Rafael Leonidas Trujillo y su vicepresidente, lo que haría detener
la obra, supuestamente por cuestiones supersticiosas. Es el
presidente Joaquín Balaguer quien definitivamente emprende la obra
en 1986, cuando le asigna la construcción a Teófilo Carbonell,
arquitecto y constructor dominicano. Con una secuela de protestas,
muertes y supersticiones se inaugura el Faro en 1992, aunque el
presidente no asistió al acto. Su hermana Enma Balaguer había muerto
una semana antes, justo cuando salía de inspeccionar los trabajos
del Faro. El acto de inauguración lo preside el Papa. El costo de la
obra aún es un misterio. Para 1948 el proyecto fue evaluado por un
monto de 4 millones de dólares. Al finalizar la construcción se
manejaron cifras de 300 millones de pesos, y otras de 30 millones de
dólares, pero el monto exacto aún no se confirma. Por:
Tania Molina
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