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Samaná :

 

 
Teodoro Chassériau nació en 1819 en El Limón, en la costa Norte de la península de Samaná, región que ha tenido una historia muy rica y que vale la pena contar.
 
Contacto con los indios
     

En realidad, Samaná no era una península, sino una casi-isla o “presque-isle”, como aparece en múltiples mapas franceses y españoles, pues hasta aproximadamente mediados del siglo XIX el actual gran estero, que corre entre Sánchez y la costa del Atlántico, al este de Nagua, era totalmente transitable en botes, por lo que Samaná estaba rodeada de agua por todos sus costados.
 

Un mapa de 1508, apenas dieciséis años después del descubrimiento, nombra la casi-isla como Xamaná y perteneciente al cacicazgo de Hyabo o Huhabo.  Cristóbal Colón pasó por la costa Norte de la península, y por supuesto al Norte de El Limón, durante su primer viaje, y al bordear un cabo que denominó El Cabrón y que aún lleva ese nombre, entró en la que hoy es conocida como la bahía de Rincón para sostener allí, el 13 de enero de 1493, la primera escaramuza con los indígenas del Nuevo Mundo, donde también por primera vez sangre indígena fue derramada por los españoles y hasta tal vez murió el primer indio a manos de ellos.  El denominado “golfo de Las Flechas”, llamado así porque allí los indios usaron por primera vez flechas contra los españoles, está ubicado en esa bahía de Rincón, ligeramente al Norte del actual poblado de Las Galeras, aunque por muchos años se pensó erróneamente que el golfo de Las Flechas estaba frente a Cayo Levantado, en la costa Sur de la península de hoy, o casi-isla de ayer.  El nombre de “Las Galeras” proviene del hecho de que allí en la segunda mitad del siglo XVI se fondeaban dos galeras, es decir buques que eran impulsadas por remeros condenados mayormente por la inquisición, enviados por el rey de España para evitar el contrabando y luchar contra corsarios franceses.  El lugar cercano al actual poblado de Samaná denominado “Carenero” probablemente era utilizado para carenar (limpiar, reparar) esas galeras.
 

Desde el golfo de Las Flechas, Colón partió hacia Europa para avisar sobre su descubrimiento, llevándose con él a varios indios.
 

Ese mismo golfo fue también el lugar de la isla Española al que arribó Colón en su segundo viaje, el 12 de noviembre de 1493, enterrando allí a un español que había muerto en lucha contra los indios al Este de la isla de Puerto Rico.  Uno de los indios que se había llevado de Samaná retornó con Colón en ese segundo viaje.  Mayobanex, el cacique de Xamaná, era muy leal a Guarionex, cacique de la zona del Cibao.  Este último, después de  utilizado por los españoles en varias excursiones en tierra firme, se lanzó y buscó refugio en Samaná.  Por ayudar a Guarionex, Mayobanex fue perseguido en 1499 por unos treinta españoles encabezados por Bartolomé Colón y localizado en una cueva en el lugar hoy conocido como El Valle, a pocos kilómetros al Este del El Limón.  Para engañarlo, una docena de españoles se quitaron la ropa y se tintaron (se embijaron) para hacerse pasar por indios, tapando sus espadas con hojas de palmas.  Poco después todos los indios desaparecieron.
 

 
Samaná, tierra de esclavos cimarrones
 

   En 1523 los hermanos Jean y Rouel Parmentier, naturales de Dieppe, Francia, arribaron en sus barcos a Samaná, describiéndola como una zona habitada por negros salvajes, es decir por esclavos africanos traídos a la fuerza a la isla a partir de 1510 quienes se habían rebelado y huido a la parte más distante y agreste de la misma.  Describieron cómo todos andaban desnudos “excepto un pequeño pañal delante de sus partes vergonzosas y se defienden con sus arcos y flechas, de manera que los españoles no pueden entrar allí y tienen sus casas entre árboles a la manera de los animales”.  Como vemos, los indios fueron sustituidos en la casi-isla por negros cimarrones, que sin embargo habían adoptado el arco y la flecha de los primeros habitantes como método de defensa.

    En 1545 el rey de España se quejaba de la gran cantidad de negros alzados en una zona que luego sería conocida como El Limón: “e que hay tantos de los dichos negros alzados en ciertas lagunas que están en la costa de Samaná, a la parte del Norte, aguas vertientes hacia la mar, donde dizque tiene sus hatos Juan Núñez Morán”.  Precisamente las tierras inmediatamente al Este del actual poblado de El Limón y que poseen una de las playas más bellas del país, todavía llevan el nombre de “Morón” y la zona de El Limón es bien llana y en tiempos de fuertes lluvias todavía se forman lagunas entre el poblado y el mar.  De hecho, la hoy península de Samaná se caracteriza por su alto nivel de pluviometría y por la existencia de lagunas temporeras.  El rey terminaba diciendo: “conviene ponerse remedio en ello, y que los negros son gente que tienen necesidad de gran castigo”.  Pero en esa zona tan aislada y distante, las ya de por sí muy reducidas tropas españolas en la isla poco podían hacer.
 

Casi un siglo después, en 1643, el gobernador ordenó un ataque contra los negros alzados.  Al año siguiente los ingleses trataron de apoderarse de la península de Samaná.  El gobernador mandó a Rodrigo Pimentel a desalojarlos, pero cuando llegaron los soldados ya la habían abandonado.  Como los franceses navegaban más que los españoles por la península, muchos lugares recibieron primero nombres franceses que con el tiempo pasaron al español: La terrienne (La Terrateniente) por Las Terrenas, Petit Port por Portillo, etc.  Con las devastaciones de 1605 que destruyeron a los únicos poblados importantes en la costa Norte, Montecristi y Puerto Plata, era lógico que los filibusteros y bucaneros franceses se moviesen hacia la costa Norte de Samaná.

 

 
Los franceses ocupan Samaná

 

 En 1673 Bertrand D´Oregon, gobernador de La Tortuga, isla actualmente perteneciente a Haití y ubicada en su costa Norte y que en esos tiempos ya habían sido arrebatada a los españoles por corsarios, bucaneros y filibusteros franceses, sufrió la mala suerte de que su barco naufragó en la costa Norte de Puerto Rico, entonces territorio español.  Allí fue apresado, pero logró robar un bote y con algunos de sus hombres cruzó el canal de La Mona y llegó a Samaná.  Para su sorpresa, en ese territorio también español encontró a un grupo de bucaneros franceses quienes le ayudaron a retornar a La Tortuga, desde donde volvería a Samaná después de un fracasado esfuerzo por liberar en Puerto Rico al resto de su tripulación.  Después de esa segunda visita a Samaná, D’Oregon, exigió a esos colonos trasladarse a lo que hoy es Cabo Haitiano, en la costa Norte de Haití.  Pero éstos, que habían prosperado con la producción de añil, se resistieron.

 

En 1687 el gobernador español de Santo Domingo envió a Samaná a ciento veinte hombres que apresaron a catorce personas y mataron a dos, de un total de veintiséis.  Los pocos que escaparon se fueron a lo que hoy es Haití.  Tres años después, en 1700, el gobierno francés ordenó a los contados habitantes que aún quedaban abandonar el lugar.  En 1714 soldados españoles sólo encontraron en Samaná tres negros huidos de un navío corsario inglés.  En 1690 Jack Banister, un corsario inglés que se había sublevado, o “levantado” contra las autoridades inglesas, combatió desde dos barcos contra dos fragatas inglesas en el borde de la isla que fue denominada “cayo Banister” y luego “cayo del Levantado”, visitado hoy por miles de turistas.  Banister colocó los cañones de sus barcos en el cayo y con sus doscientos hombres se defendió, matando a más de doscientos de los marineros de Su Majestad.  Sin embargo, fue derrotado, trasladado a Kingston, y allí ahorcado.
 

         En 1724 los españoles perdieron dos galeones: “Nuestra Señora de Guadalupe” y “Conde de Tolosa”, en los arrecifes cercanos a Miches, en el costado Sur de la bahía de Samaná.  Llevaban mercurio para las minas de oro de Centro y Sur América y en la bahía habían buscado, sin éxito, refugio contra una tormenta.  Los sobrevivientes del  primer galeón caminaron a pie por toda la costa hasta que pudieron llegar a lo que hoy es San Pedro de Macorís.
 

Los canarios llegan a Samaná
 

Para evitar que franceses e ingleses se radicasen de nuevo en Samaná, el gobernador español de Santo Domingo trajo a un grupo de canarios que en 1756 fundaron la actual ciudad de Santa Bárbara de Samaná. Otro grupo de isleños fundó Sabana de la Mar, en la costa Sur de la bahía.
 

En 1763 el gobernador general de la posesión francesa de Martinica, el conde D’Estaing sugirió a su gobierno que pidiese a las cortes españolas la entrega a Francia no sólo de Samaná, sino de toda la costa Norte de la isla Española, desde Montecristi, para así aprovechar los fértiles valles de los ríos Yaque y Yuna.  Aunque esas negociaciones avanzaron, no fueron aceptadas en Madrid.  Un documento preparado por un francés en los últimos años del siglo XVIII hacía énfasis en el gran valor de la península y de la bahía de Samaná para los franceses.  En 1782, el buque francés “Scipion” encalló en el desde entonces llamado Puerto de los Ingleses, cerca de la actual Punta Hicaco, en la costa Sur de la bahía, mientras luchaba contra tres barcos ingleses.
 

  Según un reporte de 1783 en los archivos españoles, en el poblado de Samaná existían unas cuarenta y nueve casas y unas doscientas quince personas, de las cuales cincuenta y cinco eran niños.  Un sacerdote suministraba los servicios religiosos.  El interior de la península estaba deshabilitado.  En ese mismo año un viajero francés de nombre Juan, nacido en Nantes, se había dedicado allí a la piratería,  “carrera para la cual cobró de súbito un gran horror” concibiendo la idea de “huir de sus compañeros a quienes él excedía en crueldad, refugiándose en un rincón de la península donde permaneció por mucho tiempo completamente oculto”.  Al cabo de veintidós años este ermitaño fue descubierto por uno de sus antiguos compañeros.  Los habitantes de Samaná, impactados por ese gesto del ermitaño, le convencieron trasladarse a la ciudad de Santo Domingo, pero allí “no pudo soportar el ruido del mundo del cual había estado apartado por más de treinta años y murió muy pronto”.  La ubicación del lugar donde residía Juan fue denominado punta del Ermitaño y el islote frente a la misma lleva ese nombre.  Se encuentran a pocos kilómetros al Este del actual poblado de El Limón.  La playa Ermitaño es hoy visitada en lanchas por muchos turistas franceses, quienes desconocen el origen de ese nombre.  Tres años después un funcionario español se oponía, desde Madrid, a la cesión de Samaná a los franceses, quienes en recompensa insinuaban que ese traspaso podría servir, parcialmente, para la re-adquisición por los españoles del peñón de Gibraltar.
 

 
La madre de Chassériau
 

Es dentro de este contexto histórico que en 1791 nació en Samaná la madre de Chassériau, hija de Couret de la Bagniere, un acaudalado francés con posesiones y esclavos en la hoy Cabo Haitiano, y quien seguramente se trasladó a Samaná debido a la rebelión de esclavos en las plantaciones del Norte de Haití de agosto de ese año.  Esa revuelta duraría diez años.  Según el cónsul inglés Schomburgk, muchos colonos franceses se salvaron pasando al territorio español y Samaná fue un lugar favorito, donde se llevaron bien con los canarios sembrando caña, café, cacao y cocos.  La abuela de Pedro Francisco Bonó, por ejemplo, fue una francesa que salió huyendo de Cabo Haitiano, refugiándose en Puerta Plata.
 

Samaná deviene territorio francés
 

      Con el Tratado de Basilea de 1795, Francia recibió la totalidad de la colonia española de Santo Domingo, incluyendo la península de Samaná, a cambio de ceder sus conquistas en los Pirineos, lo que hizo que Francia tomase posesión de toda la isla, dado que España reconoció también el control de facto por parte de los franceses de Saint Domingue, la parte occidental de la isla.  Para esa fecha, según reportaría un francés, en los poblados de Samaná y Sabana de la Mar habitaban unas quinientas personas.  Sugería que el gobierno francés construyese en el extremo de la bahía de Samaná una ciudad “que pronto se convertiría en el almacén de todas las ciudades de Europa”.
 

  El traspaso a Francia de la colonia española de Santo Domingo ocurrió seis años después de iniciarse la revolución francesa de 1789, hecho que muy pronto tendría enormes repercusiones en la colonia de Saint Domingue, donde los esclavos se rebelarían exigiendo los mismos derechos de “libertad, igualdad y fraternidad” que habían inspirado a los franceses en París.  Consecuentemente, en 1793 los franceses abolieron la esclavitud en Saint Domingue y el haitiano Toussaint Louverture inicialmente hizo causa común con ellos en sus luchas contra los ingleses, que pretendían controlar la parte Oeste de la isla.
 

         En 1798, desde el hoy Cabo Haitiano un funcionario francés visitó la parte Este de la isla y alertó sobre la necesidad de que los franceses ocuparan Samaná para así impedir que los enemigos de Francia controlasen el canal de La Mona, que separa la isla de Santo Domingo de la de Puerto Rico.  Fue la primera sugerencia sobre ese aspecto geopolítico, pues entre 1844 y 1935, como veremos, varios malos dominicanos trataron de convencer a Estados Unidos y otras potencias sobre la utilidad de establecer una base naval en Samaná a través de una concesión de ese territorio.
 

 

La revuelta de los esclavos

 

         Entre 1791 y 1801 tuvo lugar la muy sangrienta revuelta de esclavos en Saint Domingue (hoy Haití), con la muerte de cientos de terratenientes franceses.  Muchos pudieron huir al Este de Cuba, a la Louisiana, a la parte Este de la isla de Santo Domingo y a Puerto Rico.  El autor de este ensayo, por ejemplo, es descendiente, por su línea materna, de una familia francesa que se estableció en Saint Domingue en 1750 y que huyó de allí al perecer parte de la familia a manos de los esclavos, trasladándose primero al Este de Cuba, luego a Louisiana y posteriormente a Puerto Rico y a la República Dominicana, residiendo uno de sus descendientes precisamente en la península de Samaná.  Este es sólo un ejemplo de los muchos franceses que escaparon de Saint Domingue (luego Haití) y terminaron en Santo Domingo.  El abuelo materno de Camille Pizarro, el famoso pintor francés, abandonó Haití durante la revuelta de los esclavos, radicándose en la isla de Saint Thomas, al este de Puerto Rico.  Por cierto que Pizarro visitó brevemente la ciudad de Santo Domingo en 1850.

         En 1801 Toussaint Louverture, aliado todavía de los franceses, invadió la parte oriental de la isla, controló las ciudades de Santo Domingo y Samaná, que entonces contaba con sólo ochenta habitantes, y unificó la isla.  Sin embargo, Napoleón Bonaparte, quien había llegado al poder a fines de 1799, tenía otras ideas y envió una flota con más de ochenta navíos y 58,000 hombres a quitarle a los negros el control de la isla.  La mitad de esa flota, encabezada por el general Leclerc, esposo de la hermana de Napoleón, llegó a Samaná en enero de 1802 y observándola llí Toussaint exclamó: “no nos queda nada más que perecer –toda la Francia ha venido a Santo Domingo- viene para vengarse y para acabar con los negros –tenemos que perecer”.  La guerra entre los franceses y haitianos duró dos años (1802-1804).  Toussaint cayó prisionero y fue sustituido por Jean Jacques Dessalines y Henri Christohe.  Los soldados franceses de Napoleón que habían obtenido la victoria en Italia y Egipto, no pudieron contra los negros, quienes tuvieron como aliada a la fiebre amarilla.  Más de cincuenta mil franceses, incluyendo a Leclerc, perdieron la vida y los sobrevivientes se rindieron o huyeron.  Saint Domingue declaró su independencia el 1ro. de enero de 1804, adoptando el nombre de Haití.

         En la parte española de la isla los franceses sí pudieron ganarle a los haitianos, a pesar de que debido a la derrota en Haití apenas quedaron seiscientos franceses en Montecristi y cuatrocientos en Santo Domingo.  El general francés Louis M. Ferrand, con sus hombres, tomó la ciudad de Santo Domingo en 1804.  Entonces Cristóbal y Dessalines invadieron la parte española y Ferrand organizó la defensa de la ciudad, la cual fue sitiada en mayo de 1805 por veintiún mil haitianos durante tres semanas, hasta la aparición de una escuadra francesa  que se dirigía hacia el Oeste, hecho que estimuló a los haitianos a levantar el cerco y volver a Haití presumiendo que dicha flota iba hacia Puerto Príncipe.  Sin embargo, el ambiente tras el levantamiento del sitio era tal que muchos dominicanos y extranjeros optaron por emigrar.

         Ferrand trató de reconstruir la colonia promoviendo entre otros, la plantación de café en Samaná, cuya población francesa ya en 1808 había crecido tanto que ordenó la confección de planos para una ciudad modelo en Santa Bárbara de Samaná, con jardines al estilo de Versailles, un palacio, un teatro, fuentes y estanques, y una Plaza de la Comedia que se llamaría “Puerto Napoleón”.  Una calle llevaría el nombre de Ferrand, quien conoció personalmente la región, donde ordenó la construcción de un fuerte en Samaná y otro en Los Cacaos.
 

Los padres de Chassériau

 

Entiende Benoit (Benito) Chassériau nació en La Rochelle en 1780, el último de diecisiete hermanos de una misma madre.  Su padre, Jean Chassériau, era secretario general de colonias francesas y murió en 1785.  En 1794 murió su madre, quedando así huérfano cuando apenas tenía 14 años de edad.  A los 19 ya acompañaba la expedición  de Napoleón Bonaparte a Egipto, donde fue nombrado administrador de dos provincias.  Su hijo, el pintor, heredaría esa precocidad.  En 1802 llegó a nuestra isla como parte de la expedición encabezada por Leclerc.  La mitad de los barcos de esa expedición llegaron a Cabo Haitiano donde había vivido su futura esposa, Marie Madelene Courte de la Blagniere (Bladiere, Blaquiere, según otros textos), quien, como dijimos, había nacido en Samaná en 1791.  El padre de Marie Madelene era oriundo de Saint Genes Doet, Averíen y se había establecido en Saint Domingue donde había prosperado gracias a su finca y su posesión de esclavos.  Con la revuelta de 1791 se había trasladado a Samaná y de allí a Santo Domingo.  En la familia Chassériau existía una vieja tradición de casamientos con mulatas, como el caso de Benito con Marie Madelene.  El abuelo de Benito, Henry, había casado en Puerto Príncipe.  Su padre también casó con una “hija de las islas”, con quien tuvo los diecisiete hermanos.  Por el lado materno, Benito descendía pues de sangre caribeña.  El barón Víctor Federico, un hermano de Benito, había viajado mucho a Saint Domínguez, donde casó con una joven del lugar.  Acompañó a Benito en la expedición de Leclerc a la isla de Santo Domingo.  Tras esa lucha en las Antillas y otras en España y Alemania, moriría en 1815 en la célebre batalla de Walterloo.

    Cuando los franceses fueron derrotados por los haitianos, Benito Chassériau se encontraba en la ciudad de Santo Domingo, donde conoció a sus futuros suegro y esposa.  Allí casaron en 1806, y con su suegro desarrolló la bien denominada finca “La Perseverancia”, ubicada en la confluencia de los ríos Ozama e Isabela.  Habpua sido nombrado secretario general del gobierno, el sexto cargo de mayor importancia en la colonia, pero según la propia chancillería francesa “jugó y disipó la caja pública con alrededor de 30,000 francos”, siendo apresado por Ferrand y sometido a la justicia.  Según Benito, Leclerc lo había nombrado para “organizar el servicio del tesoro de la colonia”.  Según la misma chancillería, “uno apellidado Couret, padre una hija de color con la cual Chassériau mantenía relaciones, ofreció pagar.  El general Ferrand le concedió la gracia.  Se casó con la muchacha de color y se fue a esconder a Samaná... El Sr. Couret aprovechó la difícil situación de Benito para obligarlo a casarse con su hija, con la cual ya mantenía relaciones”.  Según Benito: “ella tenía 14 años y yo 22; su padre rico propietario de la parte francesa, acababa de ser obligado a abandonar sus propiedades... Mi suegro, con los esclavos que había salvado y algún dinero que yo me había procurado, fundó una nueva finca, que llamó “La Perseverancia..., en un terreno que habíamos comprado”.  Luego explica cómo se convirtió “en el único refugio de ese viejo sexagenario y su familia”.  También afirma que “La Perseverancia” fue destruida por los haitianos durante el sitio de 1805, pues Dessalines la utilizó para establecer allí su campamento.  En realidad ese campamento estuvo en Gaillard (Galá) donde hoy está el Jardín Botánico.

    Todas las tierras de la península de Samaná fueron divididas por ordenes de Ferrand en cientos de cuadrículas, desde la bahía hasta el Atlántico, sin tomar en consideración la configuración montañosa de ciertos lugares, y asignadas a franceses para que las desarrollaran.  Un mapa de 1807 “Mapa de la casi-isla de Samaná dividida en seis cantones para servir a la colocación de concesiones otorgadas por el general Ferrand”, muestra que de esos seis cantones uno era el de “Port Limón”.  Este puerto aparece en forma exagerada, pues realmente no es tan grade ni acogedor.  También está la islita Del Ermitaño.  En ese mapa ya la casi-isla estaba conectada a tierra firme, pero en base a una franja mucha más reducida que la actual.
 

   Entusiasmado por las nuevas facilidades, Chassériau decidió retirarse del ejército y seguir a su suegro en su afán por desarrollar la agricultura en la península.  Explica que su suegro fue de los primeros en aceptar el plan de Ferrand y cómo con unos treinta esclavos inició dos fincas limítrofes y luego le pidió que fuese a ayudarle.  Según un autor francés: “el cultivo de esta península ofrecía en el año 1809 la perspectiva brillante de una cosecha de 800 milliards de café”.
 

La familia en El Limón

 

Federico, el primer hijo de Benito y Marie Madelene nació en El Limón en 1807.  El propio Benito, en su correspondencia a la chancillería francesa, explica que en El Limón tan sólo estuvo dieciocho meses y también cita cómo la revuelta de los dominicanos, encabezada por Sánchez Ramírez, contra los franceses (en la cual Benito no tomó parte ni a favor ni en contra) y que se debió a la invasión de España por Napoleón, lo estimuló a pedir pasaporte para trasladarse a Curazao, desde donde se enteró de la rendición de los franceses en Santo Domingo.  Los dominicanos fueron aliados de los franceses mientras estos combatían a los haitianos, pero devinieron en sus enemigos cuando invadieron la Madre Patria.  La resistencia de Sánchez Ramírez contra los franceses se inició en 1808, año en que tuvo lugar la batalla de Palo Hincado, en la que los dominicanos derrotaron a los franceses.  Un escuadrón inglés de cinco buques fue enviado desde Jamaica y entró en la bahía de Samaná el 10 de noviembre de 1808 y allí capturó cinco barcos y, habiendo desembarcado los ingleses, destruyeron el fuerte de Santa Bárbara y tiraron los cañones desde la loma hasta la playa.  Cuando el cónsul inglés Sir Boberto Shomburgk visitó Samaná en 1853, reportó que varios de esos cañones todavía estaban en la playa incrustados de arena e inmovilizados por el óxido.  El comandante francés no tuvo más opción que rendirse y los ingleses entregaron Samaná a las tropas de Sánchez Ramírez “bajo la condición de que los derechos de los habitantes franceses serían respetados y sus propiedades mantenidas”.  En ese momento la población de Santa Bárbara era de un poco más de mil personas.  Con la entrega de Samaná, los franceses sólo quedaron en posesión de la ciudad de Santo Domingo, permaneciendo allí hasta su rendición en julio de 1809.  Previo a esea rendición unos doscientos soldados dominicanos se refugiaron en Samaná con el propósito de exterminar a los colonos franceses, lo que pudo impedir Sánchez Ramírez.  Eso debió haber estimulado a Benito Chassériau a abandonar la península.  Todo lo anterior indica que Chassériau padre abandonó Samaná antes de julio de 1809, donde había llegado en 1807.  En Curazao dice que se enteró de que sus propiedades habían sido confiscadas y los esclavos vendidos.

 

Los franceses que se quedaron en Santo Domingo

 

  No todos los franceses que se ubicaron en Samaná bajo los auspicios de Ferrand abandonaron el país.  En uno de los planos de 1807 se nota cómo uno de los terrenos fue concedido a la familia joubert, con descendencia hasta el día de hoy, y hasta hace poco residentes en Sánchez, en la península de Samaná.  León Alexandre Joubert había nacido en Haití en 1799.  Leyendo el listado de los soldados de Ferrand que estuvieron en Santo Domingo aparecen varios apellidos de familias que se quedaron en el país: Robiou, subcomisario de marina de segunda clase, encargado de la policía del hospital, del cuerpo de ingenieros y de la artillería; Lalanne, cuya descendencia todavía reside en Samaná; Dujarric, ayudante de suboficiales; Lamarche, capitán comandante; Bernard (Etienne), coronel comandante; Pradel (Jean-Baptiste), miembro del ayuntamiento de la ciudad de Santo Domingo.  El propio Ferrand dejó descendencia en Samaná.  Con menos probabilidades de descendencia de los soldados franceses son los apellidos Deveaux, Boucher, Michel, Vives, Bertrand y Gaillard.  Aunque esos apellidos aparecen en las listas de los soldados, esas familias bien pueden haber llegado al país en otras épocas.  El apellido Couret aparece hacia 1829, siendo Antonio Couret director del Registro de Títulos en Santo Domingo y con propiedades en La Isabela.  No sabemos si descendía del abuelo del pintor.  También aparece un Juan Pedro Curte (Curete) cuyo primer hijo nació en 1825.  Cerca de la ciudad de Samaná hay un lugar llamado Curete.
 

  Pero en Samaná se mantienen nombres de lugares que llevan el apellido de los concesionarios, a quienes, según los mapas, les fueron otorgadas las propiedades, pero quienes pronto se fueron del país.  El nombre de la ensenada de Anadel, al Este de Samaná, proviene de la concesión dada al Sr. Arrenadere.  La ensenada de Clará, por haber pertenecido a Monsieur Clarac.  El lugar conocido como Tesón, cercano a la ciudad de Samaná, debe su nombre al hecho de que allí residió el Dr. Tesón, oficial de sanidad.  El Sr. Trouillo tenía propiedades cerca de la desembocadura del río Yuna, lugar que, mucho antes de 1930, cuando ascendió al poder Rafael L. Trujillo, cuyo abuelo tan sólo llegaría al país en 1861, se conoció como “Trujillo”.  Después de 1930 algunos de los descendientes de los Trujillo tuvieron problemas pues se les acusó, falsamente, de querer ostentar el mismo apellido del dictador dominicano.

 

La aventuras de Benito Chassériau

 

Benito se fue a Curazao y luego a Caracas y Saint Thomas.  Según un documento preparado en la chancillería francesa, en Curazao “abandonó su esposa que después envió de regreso a París”.  Luce que fue en Curazao donde nació, en 1810, la primera hija del matrimonio, Adela, quien junto a su madre y hermano mayor se irían a París.  En Venezuela Benito estuvo involucrado con Bolívar, así como en expediciones para asaltar las ciudades de Porto Bello y Cartagena.  En Porto Bello podo escapar dando todo lo que tenía a un vigoroso indio quien lo cargó en sus espaldas.

 

Luego, con un grupo de franceses atacó Santa Marta, donde violó a la hija de un cacique, lo que dio al traste con la expedición.  A partir de 1816 y durante unos dos años, con su esposa ya de regreso de Europa y con sus dos hijos vivió en Kingston, desde donde escribió al gobierno francés en 1817.  En Kingston fue recogido por un francés generoso o quien engañó y que luego tuvo que declararse en bancarrota.
 

El retorno a El Limón y el nacimiento del pintor

         Después de tantas aventuras y lograda ya la paz entre España y Francia, dado el derrocamiento de Napoleón, Benito decidió retornar a la finca de su suegro en El Limón.

 

    Entre 1809 y principios de 1819, fecha de su salida y probable fecha de su retorno a Samaná, la colonia española de Santo Domingo había pasado por el período conocido como “la España Boba”.  Después de la reconquista de Sánchez Ramírez y el  derrocamiento de los franceses, el país, según Frank Moya Pons, “quedó totalmente devastado” y allí sólo se reflejaba “desolación y miseria”.  Pocos de los que habían emigrado a partir de 1795 regresaron.  Unos cuatro sargentos franceses habían intentado un golpe de estado para entregar la colonia a los franceses, pero habían fracasado y fueron fusilados.  Los franceses, en 1814 y 1816, también planearon, sin éxito alguno, reconquistar Haití.  Según Léonce Benedite, “después de numerosas peripecias debidas a la inestabilidad política, Benito Chassériau pudo retomar las posesiones de Santo Domingo en 1819”.

Los archivos eclesiásticos dominicanos de Samaná se quemaron en uno de los dos grandes incendios que consumieron el pueblo, pero la familia se llevó el acta de bautizo del pintor, texto que, traducido al francés, ha sido publicado en Europa.  Teodoro Chassériau nació el 20 de septiembre de 1819 y fue bautizado en Santa Bárbara de Samaná el 23 de noviembre de ese año siendo padrino y madrina sus hermanos Federico y María Antonieta (presumiblemente Adela), según el certificado de bautizo.  Actuaron como testigos los ciudadanos franceses Juan Ramírez y José Miranda.  El sacerdote que lo bautizó y emitió la certificación lo fue el padre Francisco de Paula Mueses, párroco de Samaná, quien según la historia dominicana llegó allí en febrero o marzo de ese mismo año.  En 1819 Samaná contaba con 754 habitantes.

         Según Léonce Benédite, su lugar de nacimiento fue “la propiedad materna de Petit Toa”.  Según informó Louis A. Prat al autor, la familia Chassériau no dejó archivos, pues de quemaron y Benédicte bien puede haber oído el nombre “Petitoa” expresado verbalmente por uno de los descendientes. 
 

Inmediatamente al Este del actual poblado de El Limón y después de cruzar el río del mismo nombre existe la sección de “Petitón, quien era dueño de un horno para quemar pan con el cual alimentaba a sus esclavos.  En efecto, un memorial del año 1800, descriptivo de la parte española de la isla, de la autoría de un francés, cita la existencia en la costa Norte de “un puertecito más o menos a medio camino, en un lugar llamado Limón, donde el ciudadano Petitón comenzó algunos trabajos de agricultura”.  Otro memorial de 1801, también de un francés, cita la “plantación (‘habitation´) de Petitón en El Limón”.  Dominicanos que ostentan el apellido Petitón nos confirman que descienden de un francés quien para esa época se radicó en Samaná y tenía esclavos.  En 1819 entre un grupo de habitantes de Samaná que firmaron un documento político aparece J. Petitón, un probable descendiente del primer Petitón.
 

Somos de opinión que los Chassériau Curet se ubicaron en la propiedad de Petitón donde nosotros descubrimos unas bases de piedra que indican la ubicación de antiguas casas y dos círculos concéntricos de piedras que lucen tuvieron algún uso industrial, ya sea un horno, un pozo o una despulpadora de cacao.  Se nos ha prometido una investigación arqueológica para definir bien los restos de la plantación.  En ningún otro lugar en El Limón existen bases de piedra de edificios antiguos.
 

El retorno a Francia y la carrera diplomática

 

   Poco después del nacimiento del pintor, la familia Chassériau abandonó Samaná para nunca más volver.  Teodoro viviría en Samaná sólo unos catorce meses, ya que su padre explica que el 29 de noviembre de 1820 vio llegar en Kingston la fragata “Cleopatre”, la cual abandonó el 5 de diciembre, llegando a Brest el 9 de enero de 1821.  El cuarto hijo del matrimonio, Alina, nació en París en 1822, no en 1821, diez años, tan sólo nació el célebre pintor, lo que hace pensar que durante esos años Benito y su esposa vivieron separados, ella tal vez en París o tal vez en El Limón, manejando la finca.  Sin embargo, dos hijos murieron a muy temprana edad, pero no sabemos las fechas.  La madre tuvo pues siete partos.
 

Una vez en la capital de Francia el ex soldado entró al servicio diplomático y rápidamente se trasladó a Martinica, donde, por instrucciones de Chateaubriand, desempeñó dos misiones diplomáticas frente a la Gran Colombia, visitando Cumaná y Cartagena.  En 1824 ya estaba de nuevo en París.  En 1825 el ministro de la marina rehusó darle un empleo.  En 1832 Benito fue nombrado vicecónsul en Saint Thomas donde ya había estado en 1827-28 y 1830, pasando en 1834 a Puerto Rico como agregado en el consulado.  En 1839 fue nombrado cónsul de segunda clase en San Juan.  En 1843, su hijo Teodoro, ya un célebre pintor, escribió a la chancillería pidiendo que su padre fuese ascendido a la categoría de primera clase en el consulado.  En septiembre de 1844, poco después de los dominicanos haber logrado su independencia luchando contra los haitianos que habían ocupado a Santo Domingo en 1822, es decir dos o tres años después del nacimiento del pintor, el cónsul francés en Puerto Príncipe, Levasseur, muy conocido por los historiadores dominicanos, escribió una larga carta a sus superiores en París contando sobre las faltas incurridas por el cónsul Benito Chassériau y que podrían resultar en un escándalo que Levasseur quería evitar.  El padre el pintor no había entregado una herencia de 2,000 gourdes a la Srta. Flette Ernue, que le había dejado un francés con quien se había casado en Haití, y con quien previamente había tenido un hijo.  Benito fue “sordo a toda tentativa de mediación por parte de Levasseur” y se suicidó ese mismo año.  El pintor, a quien su padre había escrito poco antes, citaría cómo murió solo, acompañado tan sólo por gente extraña.
 

   Teodoro moriría en Francia en 1856, con apenas 37 años de edad.  Diez años después moriría su madre.
        
La bahía y península de Samaná tienen un historial importante, lleno de curiosas anécdotas, pero indudablemente el período entre 1795 y 1819 fue el más interesante de todos, y fue durante esos conflictivos años que nació allí el célebre pintor francés.
 

Ocupación haitiana

 

         Dos años después de la salida permanente de la familia Chasséiau, los franceses residentes en Samaná, con motivo de la declaración de independencia de los dominicanos de diciembre de 1821 que duraría muy poco y que sería conocida como la Efímera y con el apoyo de los españoles en Puerto Rico, enviaron un emisario a Martinica para que el almirante Jacob se trasladase a Samaná con sus barcos y la ocupara y así ayudar a los dominicanos quienes estaban frente al gran peligro de una invasión haitiana.  Francisco de Paula Mueses, el mismo sacerdote que había bautizado a Chassériau en Samaná, también trató de oponerse a la invasión haitiana.  Jacob llegó con sus buques, pero ante la presencia de tropas haitianas y la amenaza del presidente Boyer de matar a todos los franceses aún residentes en toda la isla, optó por retirarse, llevándose a algunos de los colonos franceses.  La ocupación haitiana duraría veintidós largos años.

 

  Uno de los primeros actos de Boyer fue la construcción en 1822 un fuerte en Los Cacaos, frente al cayo “del Levantado”.  Un documento haitiano de esa misma fecha explica cómo en El Limón “se ha visto al comercio ofrecer suministros a grandes barcos y buques corsarios para sus correrías”.  Para evitar eso los haitianos construyeron en la boca del río Limón un pequeño fuerte, con varios cañones.
 

     En 1824 Boyer, el presidente haitiano, quien controlaba toda la isla, negoció con cuáqueros de Filadelfia, un grupo religioso, el envío de unos seis mil esclavos libertos norteamericanos a la isla, radicándose unos doscientos de ellos en Samaná.  Provenían de Filadelfia.  Esto coincidió con la fundación de la República de Liberia, en África, también conformada por esclavos libertos norteamericanos.  El propósito era establecer sociedades conformadas por esclavos libertos y comandados por ellos mismos.
 

         Estos ex esclavos pertenecían a la Iglesia Africana Metodista Episcopal y de esa forma surgió en la costa Sur de Samaná, así como en El Limón, en la costa Norte, un nuevo núcleo ético con apellidos ingleses, angloparlantes y protestantes.  En 1844 se adherirían a la causa independentista y se opondrían en 1861 a la anexión a España.  Sus fiestas religiosas incluyen un culto anticiclónico  )”storm meeting”), fiestas de cosechas, “watch nights”, etc.  Aislada como estuvo Samaná, este grupo se estuvo casando entre sí hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX.  Etnomusicólogos y expertos en el inglés de los afro-americanos han estudiado a los “americanos de Samaná” pues estos lograron preservar sus costumbres durante décadas.
 

La ocupación haitiana también resultó en el envío por parte de Boyer de un grupo de haitianos a Tesón, al Norte del poblado de Samaná y estos conservaron su lengua cróele hasta mediados del siglo XX.  Un tercer grupo, inmigrante de las islas Turcas, angloparlantes y protestantes, también se radicó en Samaná.

 
 
Los esfuerzos por vender o arrendar a Samaná
 

Francia presionó a Boyer para el repago de una deuda y como ya Haití controlaba la isla entera el antes referido cónsul francés  Lavasseur surgió a su gobierno negociar la península y bahía de Samaná a cambio de una reducción de esta deuda. Para esa época de Había localizado un depósito de carbón de huella en costa Sur de la península, el cual podría proveer de combustible a los barcos de vapor, lo que incrementaba su valor.
 

  Una vez los dominicanos obtuvieron su independencia de Haití en 1844, fueron los propios dominicanos quienes trataron de vender la península y bahía ya fuese a Estados Unidos, Inglaterra, Francia o España, a cambio de algún tipo de protección contra futuras invasiones haitianas. Pero nada se concreto al respecto pues cada una de esas potencias bloqueaba los esfuerzos de las otras. En el 1851 un censo de la ciudad de Samaná  arrojaba 1721 almas entre las cuales había trescientos ex clavos americanos y sus descendientes. El resto eran dominicanos de origen francés o español. Sir Robert Schomburgk, el cónsul    ingles, visitó la bahía en el 1853 lo que resulto un largo reporte y un muy detallado plano . El cónsul explico como el Lidon era el lugar donde se unían todos los caminos para proseguir hacia Matanzas, San Francisco de Macorís, etc. Agrega que en la desembocadura de río Limón todavía estaban tres cañones, pero estaban desmontados. Fe el primero en reportar los yacimientos arqueológicos y las pinturas rupestre en las cuevas los Haitises, cerca de Sabana de la Mar. Se sorprendió de que cerca del poblado de Samaná  le hablaron en inglés, español y francés.
 

La anexión a España
        

Con motivo de la anexión de la Republica Dominicana a España en 1861, buque a españoles se trasladaron a la bahía y efectuaron sondeos y fortalecieron las instalaciones en Cayo Levantado, Samaná y Los Cacaos. Un reporte de un oficial español explicaba cómo en el pueblo de Samaná había entre trescientos y cuatrocientos personas”siendo en la mayor parte negros de la Florida (sic), descendientes de haitianos y, por rareza, algún blanco”. Otro reporte estimaba unas dos mil almas “entre francés, canarios, negros de florida(sic) y haitianos y viven todos en las mas lastimosas ignorancias y holgazanería “. Los españoles construyeron el poblado del Cacaos. Durante la anexión visitaron a Samaná  el general Máximo Gómez y Antonio Maceo. Ambos luego desempeñarían un extraordinario papel en la hazaña independentista cubana contra los españoles.
 

Cuando los dominicanos derrotaron a las tropas españolas y lograron la restauración de su independencia, los esfuerzos de los dominicanos por arrendar o vender la penínsulas continuaron.  En el 1867 una alta delegación dominicana visto el país con miras a comprar o arrendar Samaná el año siguiente se arrendó Samaná a los norteamericanos por US$2 millones, pero el gobierno dominicano que firmó el acuerdo pronto fue derrocado, por lo que el acuerdo devino inválido.  El año siguiente el presidente Buenaventura Báez firmó un tratado de anexión con Estados Unidos bajo el cual Washington podría tomar control de la bahía de Samaná, lo que hizo ese mismo año. Pero gracias a la oposición del senador Charles Sumner, el acuerdo fue rechazado en 1870 por Congreso norteamericano.
 

     El año siguiente el gobierno de Washington decidió enviar a Santo Domingo una “comisión de investigación” para determinar si los dominicanos favorecían o no la anexión de su país a Estados Unidos. Esa comunicación, que incluía científicos, periodistas y dibujantes, además de importantes personalidades políticas, visito Samaná donde se hicieron los primeros dibujos de su ciudad que han sobrevivido el tiempo. Ese reporte dio gran importancia a la bahía por su valor estratégico. Fue descrita como una que podría convertirse en “la principal estación naval de Estados Unidos en las Antilla”. Los miembros de esa comisión reportaron que en la costa Norte de Samaná tan sólo en las bocas de los ríos San Juan (en El Valle) y en El Limón “aparecen unas cuantas viviendas de los nativos”. En el mes de mayo las tortugas salían a poner sus huevos en la playa de Matanzas. Las ballenas visitaban los bajos de Jackson, al Oeste del actual Cosón. En ese mismo año de 1871 visitó Samana el escritor y dibujante Samuel Hazard. En su obra Santo Domingo, pasado y porvenir, explica como en el pueblo de Samaná tan solo vivian entre ochocientos y mil almas, la mayoría de raza negra, llegados allí por voluntad propia como descendientes de los esclavos libertos norteamericanos. Ese plan de anexión fracaso y por eso en 1872 la bahía fue arrendada a un grupo de capitalistas norteamericano recibiendo el Estado el pago de su primera anualidad en el 1873, paro al año siguiente el otro gobierno de Báez fue derrocado y como los capitalistas no sabían a que gobierno sucesor pagarle la próxima anualidad, eso fue aprovechado por los dominicanos para cancelar el contrato por haber sido violado. En el 1881 un barco de marina norteamericana efectuó un sondeo hidrográfico de la bahía citando la abundancia del tiburón y del pez espada.

         En 1892 Ulises Hereaux (“Lilis”) trato de arrendar la bahía a los norteamericanos, pero su publicidad negativa previa a la firma imposibilito la transacción.


El ferrocarril  
        

En 1869 el gobierno dominicano otorgó la primera concesión para el establecimiento de un ferrocarril entre Samaná y Santiago, pero no sería hasta 1882 cuando se comenzaría su construcción, iniciado las operaciones en 1888. para esa época era el principal medio para exportar la producción agrícola de Cibao. El lugar denominado “Las Cañitas”, hoy el poblado Sánchez, sería el punto del llegado del tren. Allí se construyó un muelle donde llegarían los buques para recibir principalmente café y cacao. Eso estimulo la migración de sirio-libaneses e italianos a Sánchez y a Samaná. El ferrocarril era administrado por ingleses y escoceses y por eso se construyo un cementerio en Sánchez para ellos. Sus lápidas hoy día lamentablemente han sido tapadas por viviendas construidas encima de ella. Durante algunas años Sánchez fue uno de los centros más cosmopolitas del país, dadas la presencia de tantas extranjeros. El ferrocarril dejó de operar alrededor de 1966.
 

Los estudios arqueológicos  

  Las cavernas e islas de Los Haitises en la costa Sur de la bahía poseen importantes dibujos y esculturas de los indios taínos, así como enterramientos. Después de Schomburgok en 1853, otro que investigo allí fue Alph M. Pinard, en 1881. Precisamente el padre de la patria de Cuba, José Martí, dos días antes de salir de Montecristi, República Dominicana, hacia Cuba en un pequeño barco, escribió en su diario que otro cubano le había descrito las cuevas de San Lorenzo y los fantásticos dibujos de los indios. Cuarenta y nueve días después de ese apunte Martí murió luchando contra los españoles en Cuba.
 

   Entre 1916 y 1924 la República Dominicana fue ocupada por los infantes de marina de Estados Unidos, bajo el alegato de que tenían que asegurarse de que el pías pagase su deuda a creedores norteamericanos y protegiese a los norteamericanos residentes en el pías. Haití fue ocupadas por los mismos militares entre 1915 y 1934 bajo idénticos argumentos, aunque la verdadera razona fue que el canal Panamá se acababa  de inaugurar y se temía que los  alemanes, en ese momento en guerra con los Estados Unidos, utilizasen su influencias comerciales para controlar ambos lados de la isla. Durante ese periodo la marina norteamericana sondeó la bahía y preparo planes para defenderlas de un ataque alemán. Se colocarían caños en cayo Levantado y en los Cacaos para así bloquear al acceso a través de la única entrada de aguas profundas con que cuenta la bahía.

   Entre 1930 y 1961 el país fue controlado por el cruel dictador Rafael L. Trujillo quien promovió las minas de mármol al Este de la ciudad de Samana, ciudad que fue muy afectada por un fuego en 1946. Trujillo era muy anti-haitiana y cambió mucho de los nombres de lugares en la península pensando que eran nombres haitianos, cuando realmente eran franceses. También prohibió a los descendientes de haitianos de Tesón hablar cróele entre ellos.

 

En 1966 llegó al poder Joaquín Balaguer, un intelectual quien había servido a Trujillo y quien había estudiado en la Sorbona.  Inspirado por el proyecto de la ciudad Napoleón de Ferrand, ordenó destruir todas las muy bellas y atractivas casas de modera de la ciudad de Samana, contemporáneas con las que todavía, por suerte, en la ciudad de Sánchez. Tan sólo la muy fuerte oposición de los descendientes de los esclavos libertos norteamericanos logró que su venerable iglesia de madera quedase intacta. Las viejas casas fueron sustituidas por modernas viviendas y edificios de concreto, de poco atractivos para los turistas. Balaguer también construyó un hotel en Samaná y otro en cayo Levantado, así como un muy poco utilizado puente peatonal que comunica a un promontorio al Oeste de la ciudad Samaná con un cayo que le que da al frente. Cuando se pregunto a uno de los ingenieros el por que del dispendio en una obra tan poco útil, respondió que en el plano de la “ciudad Napoleón” de Ferrand aparecía ese puente. Sin embargo, allí tan solo aparece una indicación de entre esos dos puntos hay corales, lo que dificulta la navegación, como lo dificulta, según el mismo plano, en otros lugares de la ensenada. Balaguer también ordeno la construcción de un aeropuerto al Oeste de la ciudad de Samaná  el cual, lamentablemente, nunca podrá recibir vuelos internacionales por lo corto de su pista. También construyo un muelle el cual, al igual que el aeropuerto, ha tenido poco uso.

 

A partir de los años ochenta el turismo internacional comezón a llegar a la península, convirtiendo lugares como Las Terrenas, Portillo y las Galeras en centro muy cosmopolitas, donde viven el año entero cientos de europeos. En las terrenas, por ejemplo, en la escuela Teodore Chassériau unos cientos estudiantes europeos reciben clases exclusivamente en francés.

   Al momento de escribirse estas líneas en el 2004  se esta construyendo tanto un aeropuerto internacional al Oeste de Sánchez como una pista que permitirá el traslado desde la ciudad de Santo Domingo a Sánchez en menos de dos horas. Ambos concesiones privadas estimularan mucho turismo en una región cuya historia ha sido tan interesante y tan vinculada a una Europa de donde provienen la mayoría de los turistas de hoy día.

 

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